martes, 20 de noviembre de 2012

LOS PAISAJES MUY TRANSFORMADOS

El paisaje agrario es característico de las zonas habitadas desde tiempos remotos (recuerda que la agricultura y la ganadería aparecieron en el Neolítico, una de las etapas de la Prehistoria). Es fácil encontrarse campos de cultivo, a veces escalonados formando bancales, otras veces con huellas del riego artificial propio de las huertas (acequias, embalses, diques y canales, aspersores). También abundan las instalaciones para el ganado, como granjas, establos o naves.
Entre los paisajes agrarios conviene que diferencies dos. El paisaje de campos abiertos (openfield), donde las grandes superficies de cultivos carecen de barreras físicas. Y el paisaje de campos cerrados (bocage), donde las parcelas agrarias están cercadas con muros de piedra o setos. El openfield predomina en zonas áridas, llanas y de producción de cereal. El bocage es característico de zonas húmedas, alomadas y con explotaciones agrícolas combinadas con pastizales para el ganado.
Los paisajes industriales aparecieron hace algo más de doscientos años. Por ellos se despliegan numerosas fábricas, chimeneas y altos hornos, vías de comunicación (carreteras, ferrocarriles, puertos con imponentes muelles), minas y canteras, tendidos eléctricos, canalizaciones, vertederos para los residuos... A veces las empresas se concentran en polígonos industriales (amplio espacio preparado donde se instalan las naves de producción y de almacenaje, las oficinas...). Como las actividades industriales son muy perjudiciales para el medio ambiente, suelen ser paisajes muy degradados y contaminados.
El paisaje urbano, donde el espacio está densamente ocupado por edificios de distintas alturas y calles de variada amplitud, está más transformado que el paisaje rural. Sin embargo, este último se está urbanizando con relativa rapidez en los países más desarrollados y está dejando de ser el “antagonista” del urbano.

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